jueves, junio 03, 2010

En la piscina pública


Hemos pasado la mañana en una piscina pública. Reconozco que hace tiempo que no iba a una. Menudo burgués estoy hecho. Nadie muerde, ambiente simpático y educado. Mucho preadolescente y algún grupito de treintañeros con complejo de Peter Pan.

Me ha sorprendido la cantidad de silicona que gasta la clase trabajadora de este país. En algunos casos el resultado resulta patético, sobre todo cuando se mezcla anorexia con silicona y se le añaden grandes y torpes tatuajes de gusto discutible.

Aunque ellas deben ser felices: te quedas mirando lo falso que queda el arreglo y ellas piensan que te pirras por sus prótesis. Qué siglo éste, el XXI.

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