jueves, noviembre 02, 2006



Lo confieso, sólo me gusta el negro. Detesto especialmente el rojo, por su sabor como por la ausencia de teina, pero el verde, con todo lo bueno que dicen ahora que es (a saber qué intereses económicos se esconden tras estas nuevas propiedades) tampoco es de mi agrado.

La única excepción es el té moruno. Me gusta, pero no sé hacerlo.