sábado, diciembre 10, 2005

Comme un roman (Como una novela)


Le verbe lire ne supporte pas l’impératif. Aversion qu’il partage avec quelques autres : le verbe « aimer »... le verbe « rêver »...

On peut toujours essayer, bien sûr. Allez-y : « Aime-moi ! » « Rêve ! » « Lis ! Mais lis donc, bon sang, je t’ordonne de lire ! »

El verbo leer no soporta el imperativo. Aversión que comparte con algunos más: el verbo “amar”, el verbo “soñar”...
Por supuesto, siempre puede intentarse. Venga: “¡Ámame!” “¡Sueña!” “¡Lee! ¡Pero lee, maldita sea, te ordeno que leas!”

Daniel Pennac

domingo, diciembre 04, 2005

Théo

Tendría algunos meses, C. y yo nos quedamos mirándole, de pie agarrado a la barandilla de madera de su cuna. Qué increíble nos parecía su presencia. Una veintena de meses antes apenas era un deseo, una posibilidad remota. Y allí estaba, tan dependiente como independiente, tan frágil como fuerte, tan nuestro y tan ajeno. Atrás dejábamos los titubeos propios a los padres inexpertos, el despertarse a horas intempestivas para acercar la mejilla y sentir su aliento. La experiencia inigualable de verle aprender lo más elemental: seguir un objeto con la vista, utilizar las manos, incorporarse sobre sus pies...



Ávila, julio de 2004

Théo, ante tanta profusión de especies animales, ha realizado una primera clasificación simple: primero, el grupo de las mumú, del francés mouche, mosca, al que pertenece todo ser en movimiento más pequeño que su pulgar, vuele, ande, se arrastre o nade, incluye moscas, mosquitos, arañas, hormigas, renacuajos...: segundo, el grupo de las , del francés, vache, vaca, en el que se encuentra todo animal de cuatro patas y mayor que un gato, como las ovejas, los burros, las vacas, las cabras y perros con el pelo muy largo; existe un tercer grupo, para el que utiliza dos vocablos, según la lengua que cree que habla su interlocutor, el de los usó o jajos, del francés oiseaux y del español pájaro, que incluye todo tipo de aves pequeñas; las más grandes, águilas, halcones, buitres y demás, forman un último grupo, llamado vió, no se sabe muy bien si del francés o del español, avión.



Ya han pasado unos meses desde su segundo cumpleaños. Algunos pediatras llaman a esta edad “la primera adolescencia”, pues es la primera vez que se rebelan contra la dictadura paternal. Si le preguntas algo, su respuesta automática es “no”, unos segundos después, o bien vuelve a reafirmarse en su negación o, si le agrada la proposición, cambia su respuesta a un “sí” tímido, como si le diera vergüenza aceptar algo. Son momentos difíciles para C. y para mí, que tenemos que adaptar visiones muy distintas sobre la educación de un niño y por delante nos queda un largo camino de aciertos y errores, de los que en parte el tipo de adulto que llegará a ser.