Ayer terminé el día sin problemas. Me costó más de lo previsto contemplar a los demás mientras comían churros con chocolate y yo me hacía un té, pero un trozo de baguette seca me sacó del atolladero.
El segundo día siempre es más duro que el primero. Empieza a flaquear la voluntad. Siento más hambre. Y encima me duele la cabeza.
El hambre me da ganas de escribir. Eso siempre me recuerda a Van Gogh, que ayunaba para encontrar la inspiración.
El café también ayuda, pero he de tener cuidado, no quiero acabar como el gilipollas de Larsson.
11,29
Todavía no sé qué voy a comer. Carne con algo. Esta tarde tengo que comprar fruta y verdura. Qué pereza.
Y en verdad tengo que cortarme el pelo.
El segundo día siempre es más duro que el primero. Empieza a flaquear la voluntad. Siento más hambre. Y encima me duele la cabeza.
El hambre me da ganas de escribir. Eso siempre me recuerda a Van Gogh, que ayunaba para encontrar la inspiración.
El café también ayuda, pero he de tener cuidado, no quiero acabar como el gilipollas de Larsson.
11,29
Todavía no sé qué voy a comer. Carne con algo. Esta tarde tengo que comprar fruta y verdura. Qué pereza.
Y en verdad tengo que cortarme el pelo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario